Parece fácil ver la paja en el ojo
ajeno, respecto a la viga en el propio, como dice el refrán. Pero
también lo tiene que ser ver pisotones de equipos ajenos respecto por los que se tiene más simpatía.
Lo que en otro momento fue una acción
clara y manifiesta, se convirtió en el último clásico en una más dudosa, y con un
mismo jugador en ambos casos entre los protagonistas: Pepe. ¿Qué el jugador
del Real Madrid pisa a Leo Messi, máxima estrella del F.C.
Barcelona? El diario Sport lo tiene claro: asume dicha acción como
'modus operandi' del equipo. ¿Qué es un jugador culé quien propicia el pisotón al defensa
blanco? Pues se duda de la intencionalidad, o ni eso: “absolutamente involuntario”.
La idea que tuviera Busquets cuando
pasó cerca de Pepe sólo lo sabe él. Pero caben interpretaciones
sobre que su objetivo no fuera sólo separar a jugadores de la
tangana, habida cuenta de las imágenes que dejan claro que sabía
donde estaba el defensa madridista en el suelo, y de que una vez
percatado de ello no hiciera ademán de echarse hacia atrás para
evitar tropezar con él.
Una y otra vez vio repetidas esas
imágenes la periodista y columnista del diario Sport Carme Barceló,
para quien también había dudas sobre lo que pasó entre Busquets y
Pepe. Tantas como para afirmar tras el partido que no había visto pisotón alguno, durante el programa El Chiringuito de Nitro. No estaba sola en su
opinión. “Ahí está pasando un pie por encima de una cabeza. Pero
en ningún momento ahí hay un pisotón”, apuntó por su parte el
periodista Quim Domènech.
Ambos comentarios indignaron al ex
jugador del Real Madrid y tertualiano habitual del programa Álvaro
de Benito, quien le instó a sendos periodistas a que también
denunciaran este tipo de acciones en el Barça, para contar con más
“credibilidad”.
El comentario no gustó nada a la
columnista catalana, que ya ha dejado claro que es una “periodista de camiseta y de bufanda”,
aunque trate de
ser "objetiva en mi inmensa subjetividad”. Y
puede ser que fuera esto último, o esos colores blaugranas tan
presentes, lo que le ha provocado que tardara un día en empezar a cambiar de opinión sobre una acción que vieron millones de espectadores, entre ellos cientos de jóvenes
que tienen a los protagonistas de lo ocurrido como ídolos.
Está claro que la objetividad en el
periodismo -y el deportivo no iba a ser una excepción-, es una
utopía: al fin y al cabo somo sujetos, no objetos. Pero la
ecuanimidad, que al fin y al cabo es lo que pide Álvaro de Benito,
está al alcance de todos.
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